miércoles, 17 de febrero de 2010

amores sin voz


Vivimos en una montaña,
justo en la cima.
Hay una vista hermosa
desde la cima de la montaña.
Cada mañana camino hacia el borde
y arrojo cosas pequeñas
como partes de auto, botellas y cubiertos
o cualquier cosa que encuentre tirada.

Se ha vuelto un habito, una forma
de empezar el día.

Hago todo esto, antes que despiertes
para sentirme más feliz de estar a salvo aquí arriba contigo.


Es muy temprano,
no hay nadie despierto.
Estoy de vuelta en mi cima
aun tirando cosas.
Escucho al sonido que hacen mientras caen.
Las sigo con mis ojos hasta que chocan.
Me pregunto como sonaría mi cuerpo
estrellandose contra esas rocas.

Y al caer, ¿estarán mis ojos cerrados o abiertos?

jueves, 4 de febrero de 2010

Cuentame una Historia.




Abre sus ojos un tanto pegados debido a los rayos que comienzan a invadir su rostro, cuando comienza el proceso para levantarse aprovecha de abrazar nuevamente las sábanas, en ese instante hubiera preferido abrazar o revolcarse con alguien, pero había un vacío, mientras hacía el último intento para levantar su cuerpo, se quedaba quieta y observaba por unos segundos su techo, hacer nada a veces es un privilegio, privilegio que no todos tienen. Un enjuague con ron de la juerga de anoche y de pie nuevamente, es un ritual. El suelo helado que hacía poner la piel de gallina, un paso, otro paso, llegar hasta el baño se hacía eterno. Un cigarro eterno y un disco eterno suenan por ahí mientras preparaba el café de la mañana, unas tostadas infaltables y comenzar el tedioso día, cada día es peor, cada día se vuelve insoportable.

En días como estos, recuerdo cuando te fuiste, recuerdo tus palabras, esas palabras que dejaron unas huellas en mis brazos, esas huellas que uno sabe que jamás se irán. Cuando te fuiste te llevaste todo lo bueno que quedaba de mi, aprendí lo bueno de llorar y a la vez aprendí como en un segundo todo se puede ir al bote de la basura, cuando te fuiste la puerta se remeció conjunto a toda la habitación, incluso todo se volvió más gris. Dejé de maquillarme, dejé de arreglarme, mi mal aspecto es común ahora. Siempre procuré pintarme muy bien y vestirme muy bien, de todas maneras eso ya no cuenta…

¿Y ahora qué hago? Si el roce de los labios ya se fue, las sensaciones se fueron, cuando te fuiste quedé vacía como esta habitación, cuando te fuiste todo se derrumbo, mi última lágrima se secó en mi último pedazo de piel tocada.